sábado, 10 de diciembre de 2016

Un perdido que encontró la casa del bosque

La amistad duplica las alegrías y divide las angustias por la mitad. Francis Bacon.
Hoy iba a escribir una entrada como hago habitualmente, pero al final no, y ¿Por qué no? Pues porque tengo el inmenso placer de anunciar la llegada al blog de una nueva colaboradora.
Una estrella caída, como se define, pero del cielo.
En principio vendrá para iluminar mis textos, a veces difíciles de seguir o demasiado intrincados, pero espero poder convencerla para que escriba también sus propias entradas y comparta sus enigmáticos pensamientos con el resto de los que habitamos este bosque pues, ¿No es el fondo ese, el sentido de este, nuestro rincón? (Si, pulir cosas como esta es lo primero que hará, tranquilos, no sufriréis más con mis frases rebuscadillas, je, je).
Sin más demos la bienvenida a nuestra colaboradora, ¡Demos la bienvenida a Crashed Star!
Y ahora si quiere dejar unas palabras, le cedo el sitio.

Debo corregir a mi anfitrión ... soy una estrella estrellada. Puliré cosas de este Guardián que ha encontrado una casa en el bosque de personas perdidas. No sé que más decir, a parte de que yo no hago nada más que añadir un punto por aquí y una coma por allá para que todo sea algo más sencillo. Un placer conoceros moradores del Bosque.

viernes, 2 de diciembre de 2016

Interstellar (Parte 2)




La primera emoción de la mente humana es: La Curiosidad. Edmund Burke

 La segunda parte del tema que empezó aquí, tiene que ver con la intrínseca curiosidad humana.
Hay una parte en la película (y tranquilo querido lector, que a diferencia de la entrada sobre la Civil War, en este caso el spoiler es irrelevante sobre la conclusión de la trama, como mucho ayuda a entender una motivación del protagonista masculino), una en la que la profesora de su hija regaña a esta, y después a su padre, por no tener un libro que esté adaptado a la enseñanza que se quiere impartir. Esto en sí mismo ya daría para otra entrada, “lo que se quiere enseñar”, no la realidad, no la verdad, no. Como en un Ministerio, mucho más siniestro que el del tiempo, la verdad no es sino lo que se quiere contar a los indefensos alumnos que no sabrán más que eso que les cuentan y, sin nadie para contradecirlo, ¿Cómo, por qué siquiera, dudar de los profesores? Como en aquella distopía de Orwell, (aunque no hay que olvidar sino denunciar que esto ya se hace en algunos países) los Poderes Fácticos, organismos sin rostro ni alma, pero con nombre y conciencia de sí mismos, como esos Mercados que la gente sólo redescubre al inicio de las crisis financieras para olvidarlos igual de rápido al final de las mismas; ahora dictaban esa línea de pensamiento y no cabía más posibilidad que agachar la cabeza o ser excluido. La supuesta profesora exponía, muy ufana, como si fuera portadora de un argumento irrebatible, que era indecoroso contarles a los niños el proceso de llegada a la Luna, con su consiguiente presupuesto, y perdón por el chiste fácil, astronómico, mientras la gente se moría de hambre.
¡La Luna! Que no llega ni a ser nuestro metafórico patio trasero de casa, más bien algo así como niños que llegan con sus pequeñas piernecitas, nuestros cohetes Saturno 5, al dormitorio de sus padres para conjurar sus sueños. Vaya sorpresa debió de ser para algunos ver que, tras la atmósfera no nos esperaba Dios con su cohorte de ángeles; en vez de Pedro con las llaves nos encontramos con una frontera, sí, pero una que no estaba diseñada con barrotes de oro bellamente decorados, sino con distancias a las que no podíamos siquiera aspirar a cubrir. No obstante, eso fue el primer paso, no porque a partir de ahí pensáramos en llegar a Marte, no. Si no porque nos abrió los ojos a un nuevo sitio por descubrir, uno que llegaba más lejos que nuestros mares, el espacio. Y al igual que esas aguas, ese corazón de del Continente Negro en el que nacieron los primeros ancestros, el ser humano necesitaba destapar los secretos, cartografiar cada recodo, de ese nuevo lugar. Es así, va en la naturaleza humana el afán descubridor, somos exploradores y ansiamos contemplar cosas nuevas, encontrar maravillas ocultas.
Pero esta profesora no pensaba lo mismo, ¡no la habían hecho concebir lo mismo! El dinero y el control social estaban por delante de cualquier consideración incluidos los mismos instintos del Hombre. Así, esa pequeña alumna, aún portando la razón, fue amonestada delante de sus compañeros y progenitor sólo por saber la verdad y negarse a aceptar la falacia que iba contra la razón misma de la raza humana.
Claro que era cierto el sufrimiento, en el momento de cumplirse el programa Apolo mucha gente se moría de hambre en el mundo, pero, a diferencia de la situación que plantea la película, la mayoría de esa gente sufridora no vivía en el país donde se ideó dicha empresa y, por tanto, no importaba su opinión o sus penurias. Daba igual. Ese es el pensamiento de los, como he llamado, “Poderes”, y como habitualmente, están equivocados, pues no piensan más que unidireccionalmente, en mantener su poder o, aún mejor, aumentarlo. No son capaces de entender que las misiones Apolo eran el reflejo de una necesidad humana y que, aunque la misma humanidad perezca por alguno de sus múltiples y variados fallos, contra su forma de ser no se puede ir, no se puede luchar porque es una batalla (gracias a Dios) perdida de antemano, la naturaleza colectiva, los pilares de qué está hecha esta raza son unos y si hay que tratar de limarlos es, en todo caso, es de esos vicios. No de una virtud que es de las mejores que poseemos, como la pasión en nuestras acciones o la sensibilidad artística.
Así pues, Interstellar enseña que la humanidad, es capaz de lo peor (la primera parte de esta entrada doble) y de lo mejor, y en esa dualidad ha caminado y caminará siempre, tratar de cambiar eso es tratar de arrancarse la piel para ponernos otra que nos guste más, un suicidio.
Al final, esa virtud, nos salva y no diré de qué manera porque entonces sí que haría spoiler a quién no haya visto la película, pero qué bonito ver, aunque sea en una historia fantástica, como nuestras virtudes, nuestro Lado Luminoso es capaz de salvarnos no de nosotros mismos, sino de nuestros defectos pues si creemos en nosotros mismos, si no nos empeñamos en aumentar nuestros defectos, somos capaces de cualquier cosa, de los mejores sueños. Sólo hay que tener Fe, pero una fe mucho más tangible que la dirigida a las alturas. Fe en nosotros mismos.

El sabio no se sienta para lamentarse, sino que se pone alegremente a su tarea de reparar el daño hecho. William Shakespeare

jueves, 24 de noviembre de 2016

Interstellar (parte 1)

Hay quién cruza el bosque y sólo ve leña para el fuego. León Tolstoi
Después de una discusión con un alguien a cuenta de la película cuyo título da, a su vez, nombre a esta entrada he querido pararme sobre las enseñanzas de la naturaleza humana que entraña este film.
La primera de ellas es el egoísmo con el que estamos tratando este planeta, nuestro hogar, nuestra cuna que nos vió nacer y crecer (y, esperemos, no morir también).
Es obvio que la mera existencia de cualquier especie deja una huella en el planeta, sin embargo, lo que caracteriza y también asusta de la provocada por la mano humana es su globalidad. Ninguna otra raza o especie animal ha sido capaz de provocar cambios que afecten al Medio Ambiente a escala planetaria, de provocar con su acción debacles y catástrofes naturales, más también artificiales (¿Alguien ha dicho Chernobil? ¿No? Entonces debió ser Fukushima…), de toda magnitud. Nuestro paso por este mundo a partir de la Revolución Industrial ha cambiado el clima de regiones enteras y alterado de forma significativa el del resto, eso sin comentar el culmen de nuestra egolatría cuando, de forma totalmente deliberada, consideramos que una zona ha de ser rehecha al gusto de los hombres, bien por motivos funcionales (economía…), bien por motivos estéticos. ¿Cómo podemos alterar el paisaje natural sólo porque no encaja en nuestro gusto? Y luego está cuando lo hacemos sin causa aparente como cuando construimos por debajo del nivel del mar.
Yo me pregunto ¿Por qué hacemos esto? ¿Es para confirmar a nuestro desmedido ego que somos superiores a la Madre Naturaleza, tal vez? ¿Es para dejar constancia del poderío humano? ¿Es para que quede constancia de nuestra supina estupidez? ¿Es para… qué?
Es decir, a menudo vemos y tratamos como algo normal que el interés humano vaya en contra de lo que es y hace o sucede en la Tierra y, lejos de amoldarnos a estos caprichos del planeta en que vivimos (Ese en el que evolucionamos hasta la especie que somos hoy en día, no sé cómo, quizá, y sólo quizá porque no nos vendría tan mal, pero sólo quizá ¿eh?), elegimos voluntariamente enfrentar nuestra voluntad a la suya y modificar aquello que creamos oportuno. Esto de por sí es gravísimo, pero si por lo menos tuviéramos en cuenta las consecuencias… ¡Mas no! Lo hacemos sin siquiera hacer una predicción de qué será lo que suceda por haber cambiado el normal desarrollo natural. ¡Y luego nos quejamos de las consecuencias! Qué digo, le echaremos la culpa a un planeta inhóspito que trata de acabar con sus criaturas (¡Toma ya!) ¿Pero eso qué más da? Lo importante, lo grave, no es nuestras quejas sino quienes pagan la factura, porque, oh, si, enfrentarse a la Naturaleza es saber que habrá que pagar consecuencias de antemano. A menudo, por no decir siempre, esas las pagarán justo quienes no las provocaron, ni siquiera sacaron rédito de aquello que las generó. Estos justos que pagan, no “con”, sino “por” los pecadores suelen ser personas, y siempre, siempre, animales.
De verdad que me saca de quicio ver como arde un bosque o se contamina un río, se corrompe el mar con petróleo… y los primeros que huyen o mueren con una expresión asustada en el rostro son aquellos que ni siquiera sospechaban de nuestra inmensa (debe ser divina porque no se entiende como es tan grande) irracionalidad.
¿Cómo podemos, por unos intereses casi siempre económicos, destruir el mundo, la biosfera que necesitamos para vivir? Un elemento vital para nuestra propia pervivencia sacrificado a cambio de fútil metal del que no podemos ni alimentarnos ni sacar ningún beneficio. ¡Maldita sea! ¿Es que no lo entendemos? ¿Es que no comprendemos que no vale de nada, que su única propiedad es que brilla, lo cual lo hace, al parecer de algunos, bonito? Y aún así, aunque no entendamos esto, aunque seamos idiotas en grado sumo ¿No entendemos que tenemos una responsabilidad para con las demás especies? ¿Qué no vivimos solos en esta roca y que si la alteramos también estamos alterando el hogar de muchos más, además de nosotros mismos? ¿Dónde queda nuestra tan cacareada filosofía, nuestra ética, nuestra supuesta superioridad? ¿Qué somos si no hacemos nada por nadie, si nuestra mayor preocupación es devorar este mundo y después el siguiente? Consumir cada fracción de lo que nos es útil (y no tan útil) y después… marcharnos.
Si, como si no valiera la pena nada de lo que nos rodea, como si sólo estuviéramos aquí para consumir y marcharnos, arrasamos con lo que nos rodea. Un restaurante de comida rápida de tamaño cósmico, aunque ahora mismo sólo podamos con el trocito que pisamos y dentro de poco el que tenemos al lado. Somos devoradores de mundos. Una especie sedienta. El gran aniquilador... ¿Somos? ¿Realmente es esa nuestra verdadera naturaleza? Yo diría que no, más bien diría que nos hemos dejado llevar por nuestros más bajos impulsos y, en una ceguera absoluta, no estamos viendo lo que estamos haciendo. Igual que eso que está tan de moda ahora, los zombies, igual que ellos, estamos desgarrando las entrañas de nuestra Madre Tierra sin saber bien lo que estamos haciendo, sin darnos cuenta en el monstruo en que nos hemos convertido. Y lo peor de lo peor es que no sólo nosotros estamos ya pagando el precio. Me pregunto qué pensarán los animales de nosotros cuando nos miran, qué veríamos nosotros mismo si fuese al revés ¿Diríamos que tienen alguna clase de enfermedad? ¿La rabia?
Quizá tuviéramos razón, quizá sí que sea una enfermedad, no física sino psíquica ¿Quién dice que el egoísmo, que la incapacidad para empatizar, para simplemente darse cuenta de la existencia más allá del “yo”, no sea una enfermedad? Diría que lo es, y mortal, la más mortal de todas, porque no te destruye ella sino lo que viene con ella.
Si el día de mañana, si como en la película que me ha hecho hacer esta reflexión, no tenemos ni para comer, si el planeta ha dicho “Hasta aquí he llegado, me habéis matado” ¿Entonces qué? ¿Qué diremos a nuestros hijos, a los animales que comparten nuestro hogar? ¿”Lo siento, es que quería nadar en ese metal porque mira como brilla”? O tal vez ¿No es que el planeta este era de segunda categoría y no estaba hecho para una raza superior como nosotros?... Una raza superior como nosotros… Tiene gracia, nunca he visto a una especie inferior obtener placer en la muerte de otro ser vivo, sea cual fuese; recrearse en cómo se escapa la vida del cuerpo moribundo y conseguir admiradores por ello. No, yo nunca he visto a una especie inferior tratar con egoísmo el planeta, arrasar con lo que quisieran porque, simplemente, podían.
Dime tú, lector, tú que eres superior, ¿Realmente te sientes así? ¿Realmente crees que mereces todo por sencillamente haber nacido? ¿Realmente crees que tu existencia es preponderante a la de cualquier otra especie?

Confesare que cuando un animal me mira y no lo hace con miedo, sino con esa especie de fe, esa especie de creencia en que puedes hacerlo todo, como si estuviese ante una suerte de dios mortal, es cuando yo menos poderoso me siento, es cuando me siento más frágil porque sé que esa confianza es infundada, porque sé que tarde o temprano se dará cuenta de su error y su decepción SI que es la mayor desolación que conozco. Y en cada ocasión habría vendido mi alma sólo por poder estar a la altura de sus expectativas.
Dios perdona siempre, el Hombre a veces, pero la Naturaleza no perdona nunca. Dicho popular.

jueves, 10 de noviembre de 2016

Advertencia sobre publicidad

Esto no es una entrada, sólo es un aviso para los que leen este punto de encuentro.
Siguiendo un consejo, he decidido sacarle algo de dinero a este espacio, pero que nadie se alarme: Voy a mirar, obviamente, por el propio blog, en vez de cegarme por la codicia, y moderaré la publicidad que salga dado que mi objetivo es más rascar algo que recaudar o amontonar.
Nada más, sólo avisar de que pienso sacarle un pequeño dinero mientras no perjudique ni a este rinconcito, ni su dueño, y mucho menos al lector.
La manera en que lo haré la desconozco todavía, pues como digo, no quiero que esto cambie ni el aspecto ni la dinámica del blog. Si es por medio de enlaces, estos trataré de que sean pequeños y apartados; si es por entradas, se reconocerán por no llevar el diseño habitual de foto con frase célebre antes y despúes de la propio texto; etc... Lo importante es que cuando sepa la manera, la colgaré informando de la misma y su impacto en el blog.
Nada más.

Guardián.
P.D.: Creo que hasta ahora no le he hecho y merece la pena por la importancia que tiene. Muchas gracias a todos aquellos que os pasáis por aquí y léis este rincón del pensar, que compartís estas reflexiones y hasta las hacéis vuestras. En definitiva, que formáis una pequeña familia ¡Gracias!
Pase lo que pase, este seguirá siendo nuestro bosque.
Podrán quitarnos la vida, pero jamás nos quitarán la liber, digo, ¡Nuestra forma de pensar!

viernes, 4 de noviembre de 2016

All Hallow Eve

Halloween no tiene mucha gracia. Es una fiesta sarcástica que refleja más bien una reivindicación infernal de venganza de los niños contra el mundo de los adultos. Jean Baudrillard

Aunque pueda pensarse que esta entrada debería haberla escrito el viernes pasado, en el fondo, la fecha de la festividad pertenecía a esta semana y por eso prefiero publicarla hoy.
Vaya por delante que aunque mi reflexión no es, digamos, amable, no voy a incurrir en los tópicos habituales de “importada” o “diabólica” (Como leí en un meme, no he visto a nadie quejándose del Black Friday y no se inventó en Las Tablas precisamente…), creo que tú, mi querido lector, mereces algo un poco mejor o, cuanto menos, novedoso.
Bien, como he dicho, no me parece que Halloween (o su nombre completo antes de la contracción que sufrió por los escoceses: All Hallow Even, Vigilia de Todos los Santos, y cuyas palabras, “Hallow “o “Even” están ya en desuso en el propio inglés del que viene el término. Aunque, al parecer, nuevas hipótesis lo relacionan con el líder de lo que el cristianismo denominó la Santa Compaña) sea una celebración como las entendemos hoy día, y menos que se pueda prestar a la frivolidad con que se festeja. Para muchos no es más que una oportunidad para vestirse (o desvestirse, eso a gusto de cada cual) con el disfraz que más les apetezca, algunos relacionados con la muerte, otros ni eso; pero en ambos casos sin ni siquiera recordar (Espera, ¿he dicho “recordar”? Eso implica un conocimiento previo que me da que ni se tiene ni mucho menos se busca, así que más bien debería poner, “saber”) el motivo de ese disfraz. Pero para saber eso mejor remontarse al origen de esa fiesta, que no es ni mucho menos satánica, como piensan los cuatro feligreses atemorizados de turno.
All Hallow Even (a partir de ahora lo llamaré con su nombre original) viene de la fiesta celta de Samhain, una festividad que tiene que ver con el elemento del aire (no sólo los griegos creían en los cuatro elementos más el éter), que es ni más ni menos que la celebración particular de este pueblo de su Año Nuevo, la diferencia estriba en que ellos lo marcaban con las lunas y las cosechas, algo habitual hasta la implantación de los calendarios solares (idea de los Egipcios para conocer las crecidas del Nilo) pues la comida era el elemento fundamental para su subsistencia. (En la actualidad, libres ya de semejantes dependencias, usamos un “cambalache” para ajustar el calendario con los ciclos lunares y solares heredado de los romanos, de hecho, tenemos 12 meses en vez de 10 ú 11 por el ego desmesurado de un emperador, Augusto, que envidioso de Julius, mes dedicado al nombre de Julio César, hizo crear su propio mes, pero no me voy a detener en esto porque no es el quid del asunto y me haría desviarme muchísimo).
Antes de nada, un poco de información, los celtas eran un pueblo venido de Asia que se instalaron en el centro y norte europeos para más tarde colonizar también Britania, Francia, Suiza o España. Gracias a su lenguaje se derivó el latín y a partir de ahí la miríada de lenguas que se hablan en el Viejo Continente.
En las fechas que trato hoy, los celtas creían que el velo que separa este mundo del Otro se hacía más fino y trataban de atraer a sus seres queridos fallecidos para una suerte de reunión, en mi opinión algo macabra, pero que no deja de ser un intento por estar cerca de los que ya no están. La cuestión estribaba en que los malos espíritus también accedían a este plano y para ahuyentarlos sólo se les ocurrió cubrirse con vestidos a tal efecto, como pieles de animales. De ahí la reconversión y moda de disfrazarse. No era un juego, ni mucho menos, era una forma de supervivencia a lo sobrenatural, tan temible como una tormenta de granizo tardía. Pero si has estado atento te habrás dado cuenta que aquí falla algo, parece como si hubiera dos fechas más que una y tienes razón, “Eve” o “Even” significa vigilia, como he dicho y ello quiere decir que no es más que un momento preparatorio de otro día, el día 1 de noviembre, que es cuando los celtas hacían la celebración. Esta noche del 31 de Octubre era la que dedicaban expulsar a los malos espíritus. ¿Eh? ¿Estoy confundiéndote? Lo aclaro, la vigilia la decretó el cristianismo de la mano del Papa Gregorio III para cristianizar esta festividad pagana, moviendo el día que se recordaba a los defensores de la cruz cuando esta religión aún era perseguida, el 13 de mayo, al 1 de Noviembre, más tarde al ser declarada universal por su sucesor, Gregorio IV, esta tuvo una vigilia que se denominó en inglés (All Hallow Eve y posteriormente Halloween), pero para los celtas esta festividad ya comprendía los dos días (aunque la “fiesta” como tal, sólo era el día 1, como he dicho antes) mucho antes de esta vigilia. En el fondo el Cristianismo sólo se dedicó a secularizar fiestas paganas con sus propios rituales, pero tampoco es algo único, ya los romanos absorbieron Samhain en su momento…
En cualquier caso este es el origen céltico,  y claro, parece que tiene poco que ver con lo que ha vendido el cine americano… ciertamente es así. A su paso por América, los irlandeses trajeron sus propias tradiciones como Jack the Lantern (Jack el Linterna), una leyenda sobre alguien que burló al diablo y posteriormente se convirtió en un fantasma errante que se servía de un nabo (originalmente era un nabo) para sujetar el ascua infernal que le mandó a modo de burla y con la cual se iluminaba,  origen de la famosa calabaza con una vela dentro. Este es un buen ejemplo para ilustrar la evolución de la festividad. Originalmente, los celtas, como se ha dicho anteriormente, creían que los malos espíritus también vagaban por la tierra ese día, y había uno en particular más temible que el resto, uno que era posible que se apareciera y ante el cual era preferible ceder a sus peticiones que provocar su ira, este espíritu, más tarde sería por alguna clase de enlace, presumiblemente traído por los irlandeses, Jack the Lantern. El nacimiento de la tradición de la calabaza surge precisamente por el intento de evitar que este espíritu se acercara a la casa, creándose entonces la idea de vaciar una verdura dándole forma horrenda y poner dentro una vela, que más tarde se convierte en calabaza por el parecido de su color con el del ascua con la que se iluminaba Jack. Es decir, tanto el Truco o Trato como las calabazas vienen de este mito, pero no en nada se parecen a la ligereza con que son tratadas en nuestros días y quizá yo sea un viejo asustadizo, pero que casualidad que en ciertas partes de Gran Bretaña se está recuperando el espíritu original de esta fiesta en vez del risible “disfraz y caramelos”.
Como me he molestado en exponer, esta fiesta no tiene nada de gracia. Es su origen era una conmemoración a los caídos y hoy se ha subvertido en un chiste malo por la aparente incapacidad del hombre moderno de entender que al menos cabe la posibilidad (no digo certeza, sólo posibilidad) de la existencia de cosas que van más allá de su entendimiento, cosas que existen y para las que no hay explicación, al menos hoy. Y ante las cuales, como siempre en el ser humano sólo caben dos formas de enfrentarlas: la risa o la negación. No la duda, no el respeto por el “y si…”. No, sólo la broma, chanza, la guasa, la risa fácil o el desprecio aupado en no sé qué clase de superioridad moral o intelectual…
El hombre sabio sabe que no sabe nada y tiene la sensatez de intentar remediarlo en lugar de reír, y, cuidado, yo no soy como el fraile de “En el nombre de la Rosa”, yo no detesto la risa, me parece que es la mejor medicina contra muchos males empezando por la arrogancia y vanidad, la fatuidad… pero no se puede usar siempre, no se puede enarbolar como panacea contra todo lo que no nos gusta, porque, se quiera admitir o no, la ignorancia no gusta y es algo que en el conocimiento humano abunda. El problema es que mientras riamos más grande se hará esa ignorancia y más nos tendremos que refugiar, menos sabremos y más fatuos seremos, fatuos pero sin tener que ver con los fuegos ¿O si? No me cabe la menor duda que el mejor amigo del fuego es la ignorancia…

Ahora, dale una vuelta, querido lector, la próxima vez que salgas a por ahí en Halloween (que no digo que no lo hagas ni mucho menos, cualquier oportunidad es buena para pasar un buen rato en compañía de nuestros seres queridos), piensa realmente en qué es Halloween y qué ves a tu alrededor, ¿Concuerda? ¿Es lo que ves lo que crees que representa? Tú decides, puedes pensar otra cosa, de hecho, al respaldo de esto pongo la frase que acompaña a la foto de inicio y que no tiene mucho que ver con lo que yo comento, pues en el fondo siempre es lo que tu reflexiones, All Hallow Even o Halloween, este rinconcito no sirve de nada si no es por ti y por tus acciones, tus decisiones, tus pensamientos… Sencillamente ¡TÚ!
La risa continua es malsana. Víctor Hugo

viernes, 21 de octubre de 2016

Apatía social

La abundancia estrangula, pero el hambre no descansa. Proverbio Zulú
He pasado dos semanas “rumiando” mentalmente lo que ahora expongo, no sabía si escribirlo pues me debatía internamente si era una completa carencia de empatía o sencillamente  un exceso de celo por mi parte, finalmente he decidido escribirlo y dejar en manos del lector la sentencia.
Todo el mundo habrá visto frutales en el lugar donde vive, aunque sea uno escapado en el jardincito de alguna casa, pero ¿Alguien se ha fijado en ellos en época de recolección? Nadie, absolutamente nadie,  ni tan siquiera sus propios dueños, parece hacerlos caso, como si esos frutos, por el mero hecho de colgar de sus ramas en vez de amontonarse en pilas de cajas, una tras otra, con un precio encima; no mereciesen sino alfombrar el suelo que se pisa o alimentar, si es caso, a los pájaros (y eso si se les permite y no se los pone impedimentos de toda clase, porque molesta que una bandada coma lo que otro desprecia).
Como mucho, en un intento de acallar la voz de la conciencia, es posible que se coja uno de esos frutos, como una damisela de cuento coge florecillas en el bosque, pero con una cara casi de asco más propia de las brujas de esas historias. Mas ni siquiera ellas eran tan despreciativas. Incluso con toda su maldad, eran capaces de aceptar los regalos que la naturaleza los otorgaba desinteresadamente, y aunque estas criaturas las usaban para sus retorcidos propósitos, tenían la sabiduría necesaria para emplearlas… No sé si será porque los niños prefieren a los príncipes con complejo de héroe o las princesas con problemas freudianos, despreciando a (según mi parecer) los personajes interesantes y, con ellos, sus prácticas o si hay motivos adicionales que me son ocultos, pero, sea como sea, veo por doquier fruta echándose a perder sin que nadie parezca darse cuenta del asunto, como si fuera parte más del mobiliario urbano que se coloca en determinadas fechas cual adornos de Navidad.
Es más, incluso en zonas donde hay parcelas o jardines se pueden ver, no sólo de árboles sino hasta cepas, como vides, echando a perder sus uvas. Este es el motivo por el que escribo esto, por el último caso que, lo reconozco, me ha enervado:
Un chalet tiene unas vides grandes y fructíferas y ¿Qué han hecho los nuevos dueños de la propiedad? Podar salvajemente las vides ¡con las uvas incluidas! No, no exagero, vi con mis propios ojos como metían en sacos de basura cepas enteras con sus racimos lustrosos a los que sólo yo debía escuchar sus cantos de sirena (“comemé, comemé”) porque los propietarios las estaban tirando como quién recoge y tira los recortes de una valla de enredadera.
Y no es este el único caso que conozco, no.
Puedo hablar de otros casos (Alguien tiró cinco ¡CINCO! sacos enteros de manzanas igual que se tiran sacos de hojas secas) y de casas con árboles frutales que dan frutos sólo para ver cómo se pudren. Si, pudrirse. Sin exagerar ni un poco. No puedo mostrar fotos porque son propiedades privadas, pero ahí están para el que lo quiera ver, fruta de tan madura caída en el suelo, generando una segunda capa en la tierra como nieve en invierno.
Es sorprendente ver como comparten vecindario con gente que trata de sacar cuatro cosillas de un huerto con matas más parecidas a bonsáis. Será que a mi me criaron en otro concepto, pero yo aprovecharía cada fruto que me dieran esas plantas dándoles las gracias por ello.
No sé, si no se quieren esos frutos, ¿En serio no se podría hacer algo con ellos mejor que dejarlos echar a perder? ¿No se podría hacer mermelada, compota… algo? Sé que está muy manido ¡Pero es que es cierto! Hay gente que se muere de hambre, gente a la que un tarro, un simple tarro de mermelada, sería casi una bendición, y, maldita sea, esto es algo que puede hacerse, que no debe esperarse a que lo haga una empresa o el gobierno obligue a la empresa a hacerlo con alguna ley que debatir en el parlamento mientras la ayuda se retrasa un tiempo que esas personas no tienen. Hacer compota con aquellas manzanas y darla a cualquier organización o comedor social era algo que sólo requería de cuatro cosas: Agua, azúcar, tiempo y una pizca de voluntad, un poco de voluntad ¿No?
No lo sé, por eso digo al principio que, quizá, sea un exceso de celo mío y no algo tan grave. Quizá esa gente no tenga tiempo para estar pendiente del dulce… Por eso digo que dejo la decisión en tus manos, querido lector, ¿Tú que crees? ¿Es negligencia, como las de los supermercados tirando comida, o es falta de tiempo en un mundo que cada día exige más?

Sólo diré una cosa más, ¿No sería buena opción, tanto que dicen que los padres apenas pueden estar con sus hijos, pasar un rato entretenido en la cocina y de paso enseñarles valores, todo en uno?
Dios nos da los alimentos y el Diablo los cocineros. Thomas Lloyd

jueves, 13 de octubre de 2016

"Herejes", "Ignorantes" y Otras bestias.

La Ciencia sin Religión es coja y la Religión sin Ciencia está ciega. Albert Einstein
Jugando con el título de cierta película gamberra voy a detenerme en un hecho que tiene poco de comedia, la creciente disputa entre Ciencia y Religión, ambas sacrosantas por la gracia de sus respectivos profetas, predicadores de según quién crea más importante: El hombre, en general, o un hombre, en particular.
Bueno, quizá esto peque de generalista pues no todos los entogados o portadores de bata blanca cargan sobre sus respectivas contrapartes del bienestar, físico al espiritual o viceversa.
Sin embargo, los que gustan de seguir a Mateo trayendo espada en vez de paz, han generado suficiente odio para enemistar generaciones enteras.
Guste o no, fue la religión (y no sólo las diferentes ramas del cristianismo, esas son sólo unas entre tantas) la que empezó, martirizando a los pobres valientes cuya infamia fue ser presas de su genialidad para ir más allá de las fronteras del conocimiento. Motivo suficiente este para, a menudo, ser recompensados con alguna clase de muerte brutal y violenta entre el regocijo de las masas enfervorecidas y engañadas, obviamente, para que no piensen que es posible sabiduría alguna sin que venga de las alturas.
Hasta aquí lo expuesto es de conocimiento público y no resulta más novedoso que la búsqueda incesante (y aún más agotadora necesidad de mantener) el poder. Lo interesante viene a continuación, y es el igual de clásico, a mi juicio, ánimo revanchista que se ha generado en torno a esa pléyade de, llamémosles, “palmeros” que no mueven aire frío sino sectarismo, y a veces hasta odio, mediante sus columnas, artículos y demás medios de comunicación en sus manos gracias al apoyo, completamente interesado, de sus caciques  doctores sin nada que ver con la medicina la mayoría, presos del mismo fanatismo que en los otros denostan.
Llegados a este punto, mi querido lector, puede que piense que soy un igual a estos que tan duramente juzgo, pero en el bando contrario. Permitemé… ¿Qué insista? No, ese es el que vende seguros, yo sólo te pido unos pacientes minutos más de tu atención.
Quiero recalcar que son unos pocos (por mucho ruido que hagan) los intolerantes que, condenados a repetirlo por no aprender los errores pasados, intercambian alegres adjetivos (“Herejes” VS “Ignorantes” con público y sin reglas como en el Club de la Lucha) en un combate de creencias, pues ¿Qué hay más importante que el corazón de los hombres?
Una batalla en la que nadie sale vencedor y todos perdemos.
La Religión debe entender que su reino es el de lo trascendente, no el de la biología o la etimología. Su razón de ser es aportar serenidad al espíritu, no gobernar la voluntad, pues es designio divino que esta no sea doblegada, salvo por las leyes de la ética la cual no es su competencia exclusiva.
La Ciencia debe entender que, valga el juego de palabras, no lo entiende todo y puede aspirar a la omnisciencia, está en su derecho, mas también debe ser lo suficientemente madura como para entender que no lo sabe todo y habrá cosas que no sepa nunca, lo que no invalida todo lo bueno que produce, sólo la hace mortal, la hace… humana.
No obstante, hay gente en ambas partes que no acepta esto, y mientras siga pasando seguiremos perdiendo, y estoy harto de perder por cuatro neosofístas de pacotilla, alimentados por otros tantos semejantes pero en el otro bando.

¿Qué tan de malo hay en aceptar los límites propios? ¿Qué tan grave sucedería si unos aceptan que jamás podrán probar la existencia, más que del concepto de “Dios”, de la trascendencia; y otros que no todo tiene porque ser mandato celestial?
¿No ven lo ridículo que resulta verlos esgrimir toda clase de recursos, a cual más pobre como la alucinación (¡hasta colectiva!), las histeria, la paranoia o la imaginación desbordante, para justificar su ignorancia? ¿O la supuesta superioridad moral para asumir las responsabilidades del ser en qué creen y juzgar al prójimo?
No lo sé, pero estoy convencido que no sería el cataclismo que creen ¿O tal vez si? ¿Y si es tan o más grave aún, pero no para la humanidad sino para ellos mismos y su “importancia”?
Un poco de Ciencia nos aleja de Dios, mucha, nos devuelve a Él. Louis Pasteur

jueves, 8 de septiembre de 2016

Sexting

Las cosas no pasan por lo que son, pasan por lo que parecen. Baltasar Gracián

Hace ya tiempo hubo un escándalo denominado por la prensa “celebgate”, un caso de robo digital a un conjunto de personas famosas  que me hizo detenerme en la curiosa práctica del sexting, un fenómeno de masas que no distingue de raza, credo o condición consistente en inmortalizarse como Dios te trajo al mundo con pose de “hola, mi amor, yo soy tu lobo” (bueno, casi siempre loba) y cuyos orígenes creo ver en aquellas fotos que se hacían los macarras y chonis frente al espejo, normalmente (o desde arriba en su defecto), en ropa interior para lucir “tipito”. Orígenes a los que, como buena vuelta de tuerca, dejan a la altura del betún en sus tres aspectos, a mi juicio, fundamentales, a saber: Banalidad, mal gusto y derroche de narcisismo.
Sin embargo, estos tres defectos no justifican en sí mismo el desafortunado suceso, con lo que cabe preguntarse entonces ¿Por qué? ¿Qué empuja a tantas y tantas mujeres a en cualquier lugar del mundo a esto? Y ya que estamos ¿Por qué sólo son ellas? ¿Los chicos no interesamos? ¿Los bomberos reventaron el mercado? ¿Qué? Podría usar tópicos como el de la sociedad patriarcal, el mayor respeto que poseen las mujeres, que no hay mujeres hackers… pero respeto demasiado a mis lectores como para insultar a su inteligencia de semejante manera y aún así seguiría sin responder al ‘quid’ de la cuestión, esto es, la motivación tras este alarde de idiotez humana ¿Idiotez sólo? Diría que no, hay mucho más. Es fácil atacar a quién se hace la foto, pero, en caso de no estar hecha por iniciativa propia ¿Qué se dice del que la pide? Peor aún como pidiendola o sin pedirla, osa sacarla del círculo de dos que forma con su amante/pareja/lo que sea y compartirla con otros? Y no me vale esa vulgaridad de clamar por la decencia en determinadas circunstancias es equivalente a hablar de la Virtud en un burdel… Si seguimos razonamiento, también incluimos a quién lo robe. A fin de cuentas, por estúpido que sea, el sexting es legal, incluso ni es inmoral, pues sólo afecta al individuo que realiza la acción (del verbo… si no pongo la coletilla a lo profesor de gramática, reviento) la cual se enmarca entre las cuatro paredes de la República Independiente de su Casa. Por tanto, hay absurdo en esta suerte de moda, mas también una complicidad dolosa para extender y, por supuesto, crear el escarnio, el esperpento y, en los casos más radicales, la infamia a la que se ven sometidas esas mujeres después de un acto que no parecía revestir mayor trascendencia en el momento de realizar la infausta foto.
Y, aunque no quiero que este comentario parezca una sentencia popular, también hay en ello una carencia imaginativa patente, tanto para sorprender a ese compañero sexual como para calcular consecuencias y preveer daños al honor Pienso en esa actriz que envía una de estas fotos al productor de turno y, obviando las consecución o no del papel, no la imagino sopesando lo denigrante de su acto. Puede parecer paternalista y mojigato, me es indiferente, sé que un actor vale por su capacidad interpretativa no por la forma de su busto y me resulta irónico comprobar lo poco que valoran su trabajo tanto unos como otros. Tampoco es que sean las (algunas) actrices las únicas que hacen de su cuerpo su CV, son sólo la cara visible y conocida.

Al final será cosa de formas de ver el mundo. Si un jefe me pide que algo así lo mando al lupanar del que parece no se ha dado cuenta ha abandonado, en cambio muchos lo considerarían normal y si la mayoría toma algo por normal ¿No lo es, entonces? Normal es, por definición, lo comúnmente aceptado, además que luego tampoco se pueden hacer reproches porque “No uses con el pasado la vara de medir del presente”, tocaté… los senos. Si una pareja me pide lo mismo le diría que viniese ella a encargarse personalmente y si está lejos (caso de Jennifer Lawrence, esa actriz cuyos personajes son más fáciles de pronunciar -Katnis Everdeen- que su propio nombre. O sea, como Arnold Suad, no, Shu… eh… “Chuache”, narices, “Chuache”) bueno, creía que éramos seres humanos y como tal capaces de sobreponerse a sus instintos y si tienen ganas de sexo podían controlarlo… a la luz de los hechos me equivoco, está claro, igual que un animal en celo hay que saciar la (¿)necesidad(?) fuera si no se tiene una foto subida de tono de la pareja de turno. Deprimente. Parece que el ser humano evoluciona, pero sólo tecnológicamente (y según algunos ni eso, pues al parecer los últimos avances son producto de la ingeniería inversa…), el resto de sus aspectos siguen siendo poco imaginativos, aprovechados y guiados por el impulso sexual, a veces mezclados con la avaricia. Todo muy edificante. Si algún día las mujeres se plantan y los hombres no babean detrás de cada falda… Dejemoslo, es tan bueno que no acierto a imaginármelo. A ver si esta pequeña reflexión aporta un granito de arena a la montaña.
Si no puedes ser un buen ejemplo, serás una buena advertencia. Catherine Aird

viernes, 26 de agosto de 2016

Blogueros Expertos

La cuestión es creerse genio y acertar. Julio Cortázar
Seguro que a algunos ya les suena, pero para los que no voy a descubrirles un (triste) tipo de ser humano, “el experto”. Dice ser de aquel que sabe absolutamente todo, TODO, sobre todo como si hubiera sido tocado por algún don bíblico que los otorgara la omnisciencia. No creo que haga falta más para entender ese mal que no conoce fronteras ni banderas, es universal y nace de la más pura arrogancia humana aunque hoy, para suavizar, lo llamen “cuñadismo” (Porque para eso la gente es única y enseguida se presta a la chanza con cualquier cosa, por grave que esta sea).
Lo bueno de estos (si, algo bueno tienen por mucho que cueste creerlo) es que no ponen razones más allá del clásico “lo sabré yo” tras el que muchos se sienten Jasón al encontrar el vellocino dorado pues han encontrado algo incluso más valioso, fuerzas para no preguntar “¿y lo sabes por…?” evitando así líos mayores. Sin embargo, hay una subespecie de estos neo-sofistas que se creen mejores que los demás. (Auto)Elevados por las excusas, a cada cuál más pobre que esgrimen como armas para azuzar al ‘no iluminado’, merced, entre otras, pero sobre todo, de su experiencia. ¡Oh, bendito empirismo que no está corrompido por el prisma personal de estos sujetos! Que cuales profetas del verdadero dios (no otro que ellos mismos. Será que con la crisis hay que recortar personal y uno debe hacer a la vez de las dos figuras básicas de las grandes religiones monoteístas) que vienen a imponer su opinión, única válida por, como se juraba antes, “Su divina gracia”. Generadores de opinión, se hacen llamar, los muy arrogantes. Como si la gente no tuviera cerebro como ellos para pensar y formarse su propia opinión… Bueno, según ellos no, y aquel que ose rebatirle será considerado hereje. Perseguido, como si de una película se tratase, al grito de: ¡Ha dicho jehová!, o sea, ¡Tiene pensamiento propio!
Pero ¿Es por decreto divino? ¡No! Ellos son los más democráticos del mundo (mundial) y no hay nada más democrático que desdeñar al de enfrente al tiempo que se lo sepulta… gritando más alto, claro (¿Alguien había pensado, acaso, en dar unos argumentos mejores? Si es así, bienvenido al bosque, ya eres de los nuestros, estás más perdido que un elfo en Mordor). Da igual que el de enfrente tenga datos, hechos o ambos, ellos y su título, es que tienen tal cosa, guardan la llama del conocimiento caiga quién caiga (curioso que suela ser la propia llama la primera en caer). Puede, querido lector, escribir aquí el conocido ejemplo que (dis)guste, yo me decantaré por aquello que me toca, los blogueros, y más concretamente, los videolúdicos.
Normalmente este tipo de “expertos” suele hacer artículos/entradas/post/… extensos, lo de lo bueno si breve, dos veces bueno, o no lo entendieron (es posible, tener, sí que lo tienen, un título no implica necesariamente una inteligencia privilegiada) o no lo oyeron (también posible, sólo suelen prestarse oído a sus propias palabras, salvo que alimente su ciclópeo ego), que van precedidos por un Nick a cada cuál más original (el resultado pasa más cerca del término ridículo), un nombre si es en una revista (es de las pocas veces que agradeces el santoral y el socorrido “Juan”. No quiero imaginar qué nombre le habrían puesto estos a los ‘no identificados’, ¿María Huana? ¿Tomás Turbado? Esperad, ya lo tengo, Obi-Wan Kenoviónadie, y como no es un nombre fácil de identificar, vale para ambos sexos ¡unisex! ¡Viva la igualdad!) y/o, en el peor de los casos, una foto (peor porque no entendieron que la combinación entre pose a los James Bond con la pinta de acosador y la camisa del Half-life 2, unido al Nick de antes… lo más grave es que se creen que están geniales. Para las fotos de la redada de la Policía, si, pero no creo que fuera ese su objetivo). Pero la frustración no acaba más que de empezar (¿El final de Perdidos? Eso es para novatos, -risa malvada de esas que empiezan por “Muaja”-). Estos escritos suelen ir precedidos de una frase cebo, lo que en cualquier buen artículo se denominaría “título” pero que no pueden ser llamados así, porque, a diferencia de estos, lejos de reflejar el espíritu de lo que se va a leer, no dicen absolutamente nada (¡Bravo!, dijimos antes que título y de periodista ¿no?...). En cambio sí dice mucho de su estado de ánimo al sentarse a teclear. Si uno tiene algo de costumbre puede identificarlos por esto, veamos unos ejemplos (y como me gusta, con retrospectiva, que no es la habilidad de los espíritus de Kamigawa, sino echar la vista atrás para ver las cosas con la cierta distancia que sólo otorga el tiempo pasado):
*Los videojuegos de antes: Nostálgico, seguro que a medida que avanza se va cabreando porque no consigue derrotar al jefe final del BloodBorne ¿No te gustan los juegos antiguos? Pues eran difíciles como ellos solos, pero no lo quieren todo ¿eh? Nada más que lo que les gustaba (Que malos los de Sinclair Research, mira que no seguir produciendo juegos para Spectrum).
*Resistance y su multijugador: ¡Uf! Este lleva un “Mou”squeo peor que el aludido el día del ‘¿Por qué?’ Seguro que no le ha acertado ni a su compañero de equipo. No pasa nada, hay niveles para abuelos-canguro en casi todos los juegos ¡Ánimo!
*No somos tontos: Aquí hay dos lecturas. O bien es humorístico, o bien es “soy el más guay del parque”. En este caso es la segunda. Aún recuerdo lo que me reí de este artículo, nombre con foto de esas maltraídas, un cabreo como Anakin el día que lo filetean y un argumento histriónico. Tiré unos minutos de mi vida (porque como todos, coincide en poner un título inútil para obligarte a leerlos), pero me sirvió para adquirir conciencia de un hecho. Su opinión es ley (Claro, ¿Cómo habré olvidado el “Rex, Lex”?) y si la mía no coincide debo apresurarme a cambiarla so pena de ir en contra de su argumento de autoridad. ¿Cuál? Pues no es citar filósofos griegos, es algo más arcaico, es haber jugado con los dinosaurios consoleros, aparatos  que sólo conocemos cuatro mil cuatrocientos contados (los más frikis de este mundillo) y jugado aún menos. En otras palabras, como el tipo ha matado marcianitos en una sala de recreativos o metido fontaneros por tuberías gruesas (¡Vaya! Dicho así, puede que tenga una mente enferma, pero tiene toda la pinta de ser el argumento de una película porno) en NES ya puede decir lo que le venga en gana siendo además cierto, o cuanto menos usufructuario del principio de veracidad.
La mayoría de las veces dicen sinsentidos y tonterías que sólo ellos piensan… bueno, no es cierto del todo, en ocasiones ven muertos, o sea grupúsculos, perdón, pequeños foros, que lo apoyan. Casi siempre ejercen algún cargo en dicho foro, puesto que le han dado por puro nepotismo, lo han visto en la revista (aunque no la lea ni el Quijote en un día aburrido), si es que publica en una, y han pensado que es famoso e incluirlo en su foro hará que suba su número de visitantes, y si, sube tanto como el número de contratos indefinidos según los sindicatos… En medio del maremágnum de memeces van haciendo cargas frontales que en nada deben envidiar a los berserkers vikingos, dejando títere sin cabeza y pobre del que se revele contra la escabechina porque no será él quien se encargue, no, él ya ha dejado el cadáver para los buitres, o sea sus acólitos (más fanáticos que los sith), que se encargarán de rematar al zombie antes que extienda el virus T, la plaga del descreimiento que puede provocar que su particular dios Kira pierda su Death Note, esto es, su columna o blog donde dicta sus juicios de valor y con ello la popularidad ¡y de retruque la de estos palmeros! ¡Que espanto! Nada da tanto prestigio como ser palmero de Cleopatra, obvio.

Más allá del tono jocoso y sarcástico (también hiriente, lo reconozco) de este comentario (que dicho sea de paso, tiene algunos de los defectos denunciados, ser largo cual día sin pan o totalitario, espero haber hecho un buen reflejo de lo que hablo para que el que lea esto pueda apreciar bien el reflejo de sus actos) me gustaría recalar en aquello que subyace en todo esto y es la profunda vanidad que ha de tenerse para escribir así ¿Qué hace mejor a unos que a otros? ¿Es de verdad tener más años que otro suficiente motivo para emitir opiniones que van mucho más allá de la libertad de expresión para tornarse ley? Antiguamente el anciano era sabio y nadie lo discutía, nadie lo discutía porque demostraba esa sabiduría no creyéndose un generador de opinión sino un útil consejero, cierto es que esto hacía que la juventud fuera poco menos que ignorada en el decisorio, cosa tan mala como la exacerbada exaltación de lo contrario que rige nuestros días, dentro de lo cual también parece, a la luz de los hechos expuestos, genera unas distinciones por razón de edad y aunque los años pueden dar cierto bagaje, no es ni mucho menos suficiente para arrogarse infalibilidad , tampoco para atacar como atacan, pues todo el mundo puede atacar (como he hecho yo o peor), la cuestión es que esa es la mejor forma de no llegar a nada. Lo que más me atormenta, me inquieta, me perturba no es el horóscopo, sino lo fácil que se cae en el ataque en vez de la opinión civilizada, peor aún cuando se emplea terminología excluyente (No todo el mundo tiene porqué saber qué es cada cosa, que Kamigawa es una de las ediciones de un juego de cartas, que Bloodborne es un videojuego de rol complicadísimo, que Sinclair Research era una compañía de consolas como hoy Sony, que existió una consola llamada Súper Nintendo, que Resistance es otro videojuego, en este caso de disparos, que el Virus T es el patógeno de una película llamada Resident Evil, o que Death Note es un manga sobre un chico con un cuaderno mortal) para creerse superior. Cualquier opinión merece ser escuchada y respetarse al tiempo que respete ella a los demás. Por lo menos así lo veo yo, querido lector, pero ¿y tú? ¿Tú qué piensas? ¿Tú qué crees? (Psss, recuerda que si no dices "si" mis súbditos te machacaran. Muaja, ja, ja, ja, ja, ja, ja…).
La Soberbia es el pecado más grande y ridículo. Josemaría Escrivá de Balaguer