jueves, 13 de octubre de 2016

"Herejes", "Ignorantes" y Otras bestias.

La Ciencia sin Religión es coja y la Religión sin Ciencia está ciega. Albert Einstein
Jugando con el título de cierta película gamberra voy a detenerme en un hecho que tiene poco de comedia, la creciente disputa entre Ciencia y Religión, ambas sacrosantas por la gracia de sus respectivos profetas, predicadores de según quién crea más importante: El hombre, en general, o un hombre, en particular.
Bueno, quizá esto peque de generalista pues no todos los entogados o portadores de bata blanca cargan sobre sus respectivas contrapartes del bienestar, físico al espiritual o viceversa.
Sin embargo, los que gustan de seguir a Mateo trayendo espada en vez de paz, han generado suficiente odio para enemistar generaciones enteras.
Guste o no, fue la religión (y no sólo las diferentes ramas del cristianismo, esas son sólo unas entre tantas) la que empezó, martirizando a los pobres valientes cuya infamia fue ser presas de su genialidad para ir más allá de las fronteras del conocimiento. Motivo suficiente este para, a menudo, ser recompensados con alguna clase de muerte brutal y violenta entre el regocijo de las masas enfervorecidas y engañadas, obviamente, para que no piensen que es posible sabiduría alguna sin que venga de las alturas.
Hasta aquí lo expuesto es de conocimiento público y no resulta más novedoso que la búsqueda incesante (y aún más agotadora necesidad de mantener) el poder. Lo interesante viene a continuación, y es el igual de clásico, a mi juicio, ánimo revanchista que se ha generado en torno a esa pléyade de, llamémosles, “palmeros” que no mueven aire frío sino sectarismo, y a veces hasta odio, mediante sus columnas, artículos y demás medios de comunicación en sus manos gracias al apoyo, completamente interesado, de sus caciques  doctores sin nada que ver con la medicina la mayoría, presos del mismo fanatismo que en los otros denostan.
Llegados a este punto, mi querido lector, puede que piense que soy un igual a estos que tan duramente juzgo, pero en el bando contrario. Permitemé… ¿Qué insista? No, ese es el que vende seguros, yo sólo te pido unos pacientes minutos más de tu atención.
Quiero recalcar que son unos pocos (por mucho ruido que hagan) los intolerantes que, condenados a repetirlo por no aprender los errores pasados, intercambian alegres adjetivos (“Herejes” VS “Ignorantes” con público y sin reglas como en el Club de la Lucha) en un combate de creencias, pues ¿Qué hay más importante que el corazón de los hombres?
Una batalla en la que nadie sale vencedor y todos perdemos.
La Religión debe entender que su reino es el de lo trascendente, no el de la biología o la etimología. Su razón de ser es aportar serenidad al espíritu, no gobernar la voluntad, pues es designio divino que esta no sea doblegada, salvo por las leyes de la ética la cual no es su competencia exclusiva.
La Ciencia debe entender que, valga el juego de palabras, no lo entiende todo y puede aspirar a la omnisciencia, está en su derecho, mas también debe ser lo suficientemente madura como para entender que no lo sabe todo y habrá cosas que no sepa nunca, lo que no invalida todo lo bueno que produce, sólo la hace mortal, la hace… humana.
No obstante, hay gente en ambas partes que no acepta esto, y mientras siga pasando seguiremos perdiendo, y estoy harto de perder por cuatro neosofístas de pacotilla, alimentados por otros tantos semejantes pero en el otro bando.

¿Qué tan de malo hay en aceptar los límites propios? ¿Qué tan grave sucedería si unos aceptan que jamás podrán probar la existencia, más que del concepto de “Dios”, de la trascendencia; y otros que no todo tiene porque ser mandato celestial?
¿No ven lo ridículo que resulta verlos esgrimir toda clase de recursos, a cual más pobre como la alucinación (¡hasta colectiva!), las histeria, la paranoia o la imaginación desbordante, para justificar su ignorancia? ¿O la supuesta superioridad moral para asumir las responsabilidades del ser en qué creen y juzgar al prójimo?
No lo sé, pero estoy convencido que no sería el cataclismo que creen ¿O tal vez si? ¿Y si es tan o más grave aún, pero no para la humanidad sino para ellos mismos y su “importancia”?
Un poco de Ciencia nos aleja de Dios, mucha, nos devuelve a Él. Louis Pasteur

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