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Los
hombres se distinguen menos por sus cualidades naturales que por la cultura que
ellos mismos se proporcionan. Confucio
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La cultura no pertenece a la Humanidad.
Esto es lo que se desprende al leer la entrevista en un diario viejo (hará unos meses) a cierto autor de cuyo nombre no quiero acordarme (No sé cómo habría llegado a célebre esta frase si no fuera accesible a todo el mundo, si no fuera libre), a cuenta de su nuevo libro en el que desarma “meticulosamente” los argumentos de los defensores del intercambio cultural (Con semejante frase espero no pretenda el periodista elevar al entrevistado a la altura de Friedrich Nietzsche con los valores, pues, aunque su complejo pensamiento pueda ser objeto de debate, su intención es el crecimiento del ser humano, mientras que el escritor que hoy incumbe, si algo pretende aumentar es sólo es el tamaño de su bolsillo lo máximo posible, cosa que no vería mal si no fuera por el tema que trata).
No me voy a poner a disertar aquí (ya lo haré en otra entrada) sobre las opciones político-económicas, sencillamente y para no aburrir rebatiendo uno por uno los argumentos de desautorización de este individuo a una crítica fundada, pasaré directamente a la esencial cara oculta, oculta porque ninguno de estos adalides del Neo-P.P.V. lo cuenta en dichas entrevistas ni están dispuestos a admitirlo (algunos ni siquiera en ‘petit comité’, presupongo que sólo su círculo más íntimo lo habla). Admitir que en un fondo recóndito, la cultura es el modo en que aquello que se creen superiores puedan diferenciarse del resto, dado que ellos, con dinero para pagarlo, si podrán costearse su acceso. Los demás, sin tantos recursos, deberán conformarse con las migajas (y eso si se las dejan) quedando como “burritos”, ciudadanos de segunda categoría diferenciados por razón de conocimiento. Puede parecer demencial, incluso demagógico, lo que cuento, pero viendo cómo se afanan en distinguirse (sin entender que son seres humanos, todos más o menos iguales) pues me parece plausible, máxime cuando algunos de los más férreos atacantes de la libertad cultural ¡no son artistas! No viven de a costa de eso como ellos, ¿Entonces?
En los albores fue la ruda fuerza bruta, al civilizarse un poco se cambió por algo un poco más prosaico, la sangre (sangre azul que fluye por las venas de los descendientes de los primeros caciques forzudos, eso sí), cuando se descubrió que al pinchar a un noble sangra como un plebeyo el mismo icor carmesí, el símbolo de distinción cambió al poder político-militar que por descontado poseían los hijos de los antiguos señores, al ver que este se sustentaba en la economía, el dinero pasó a primer término, pero lo malo de este, en vuestras propias palabras, es que es “una puta que nunca duerme”. La frase, aunque soez, ilustra con eficacia su constante fluctuación, como este vaivén puede unir ambos ‘bandos’, hay que buscar una fórmula que devuelva a “los chicos con los chicos y las chicas con las chicas”, esto es, la élite con la élite y los normales con los normales (¿Juntos?), pero nunca revueltos, y para poder asegurar este “apartheid” social primero hay que asegurarse que el bien (la cultura es un bien de la humanidad) este bien vigilado y custodiado, valga el juego de palabras.
Y es lo que en realidad molesta es el intercambio libre alejado de cualquier control. Sin regulación no se puede ejercer un dominio efectivo base de todo poder (¿Va entendiéndose ya la relación? Control>Poder>Dinero>Distinción>Elitismo), cada pieza del puzzle es parte de un todo mucho más grande que la suma de sus partes.
Es una pena, pues no hay nada que engrandezca y cultive el espíritu tanto como la transferencia y recomendación de obras entre personas, pero supongo que el ser humano no está ya para estas cosas, pensamientos (en lo que se concibe como fin último del hombre su propia mejora y crecimiento en todos los niveles) de un pasado clásico que no tienen cabida actualmente donde sólo importa el fútil metal. Puede que está sea la primera vez que lo digo, pero a los griegos y romanos se debe lo mejor de la cultura occidental: La filosofía y la necesidad de evolucionar hacia el Bien (entre otras cosas) y gracias a ellos crecieron (mucho) como civilización, como sociedad y como raza, humanos. Lástima que ya no se acuerden de sus venerables antepasados, si lo hicieran les iría mucho mejor.
Hoy sin duda es un día que me siento perdido, como un elfo en vuestra jungla de cristal, mirando el sinsentido humano.
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La
cultura es la memoria del pueblo, la conciencia colectiva de la continuidad
histórica, el modo de vivir y pensar de un pueblo. Milan Kundera
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