viernes, 29 de septiembre de 2017

Fractura de Naciones

Entre un gobierno que lo hace mal y una población que lo consiente hay una cierta complicidad vergonzosa. - Víctor Hugo


Hola, querido lector. Hoy voy a hablar de un tema que parece aquejar a buena parte del mundo civilizado (y no tan civilizado).

Me deja perplejo ver como los gobernantes de todo el mundo en algún momento de la historia han emprendido una maniobra de distracción tremendamente perjudicial sólo para no asumir la realidad. Se embarcan en caminos que no conducen a ningún lado, una suerte de huida hacia delante que no beneficia a nadie (a la larga ni siquiera a ellos) salvo a su reputación (y a corto plazo. Medio, como mucho), y así, gracias a la descabellada empresa que se les ocurre, logran distraer las culpas que pesan sobre ellos. Aunque más escalofriante resulta comprobar el éxito que dichos sinsentidos obtienen, como si la población fuera capaz de tragarse cualquier cosa si se la adorna lo suficiente. Sin embargo, no todo el mundo transige con estas locuras, y esos son las pobres almas que se convierten en los villanos de esta comedia del todo improvisada. Los que no quieren morder de la manzana envenenada se encuentran con la bruja, son apartados, perseguidos e incluso vilipendiados pues, con esta clase de despropósitos, la sociedad, lejos de unirse, se enfrenta, y sólo caben dos bandos bien diferenciados, antagónicos: los que se comen el bombóm y los que no. Y una vez alineados, como ha pasado en otras situaciones, alienados por la propaganda de su "facción", ya sólo cabe el enfrentamiento con el otro, ese que ha visto la veradera cara de la bruja, y es que, como en los cuentos, el malo tiene dos caras, la que muestra a los que pican en su cebo y la que ruge cuando se niegan a caer en su abrazo del oso (nada protector), unas garras bien afiladas que despellejaran a quién trate de interponerse entre su objetivo y él/ella. Sobra decir que la bruja posee unos poderes de persuasión apabullantes y que, por ende, lo que estará de moda será dejarse lavar el cerebro ignorando los hechos y la razón, y también es obvio que, como toda moda, arrastrará 'como una ola' (y no de amor, como la de Rocío Jurado) a miles de incautos so pena de ser excluídos e integrados en el bando de los aburridos/opresores/viejos/poner aquí el adjetivo (para ellos) descalificativo que se quiera...

Llegados a este punto puede pensarse que estoy refieriendome a un caso concreto (como aquella canción de Sabina, pongamos que hablo de Madrid Cataluña), pero no, y eso es lo que veo más triste, como abría esta entrada, la deriva nacionalista catalana, con su propia idiosincrasia y discurso (de embustes), no es la primera (ni desgraciadamente la última) "genialidad" inventada para salir del paso, porque usar el tremendo ingenio necesario para articular estas mascaradas en arreglar o, cuanto menos, minimizar el fracaso queda descartado de antemano. ¡Y eso es lo grave! ¡Eso es lo que no entiendo!

No entiendo porqué los políticos se empeñan en proyectar una imagen de infalibilidad. ¿Por qué ese afán de perfección, si todos son humanos  y, por ende, expuestos al error? ¿A quién quieren engañar? Si tus actos o de quienes te precedieron han sido desafortunados se reconocen y se tratan de enmendar como HUMANAMENTE se pueda, sin más. Lo grave nunca es fallar, eso va en la condición mortal (nadie sobre la faz de este bello planeta posee naturaleza divina), lo imperdonable es no reconocer el fallo y perpetuarlo en el tiempo por simple testarudez, ignorandolo como si de una mácula de vergüenza que esconder en un baúl se tratase. No obstante, eso parece que piensan los responsables (antes decía políticos, pero seamos claros: no sólo ellos lo hacen, es más fácil meterse con "la casta" de marras que con otros administradores, pero anda que nadie más ha hecho papeles semejantes, por ejemplo, empresarios, y de mayor magnitud -con su mayor esperpento también, claro-). Ir en contra del sentido común y embarcar a la gente que ha confiado en ellos, que depende de ellos, en cruzadas fútiles cuyo único objetivo es salvar el pellejo, mejor dicho, salvar el puesto, de los que las ponen en marcha.

Preguntaba antes que ¿A quién quieren engañar? Pues a muchos, parece ser. Y es que lo que más me sorprende de todo esto es observar a la gente aceptar este modus operandi alegremente, siguiendo al caudillo (que no líder) de manera borregil en vez de exigirle la debida diligencia en el cumplimiento de su deber, ese que se les presupone por ostentar la poltrona a la que se les ha encumbrado y se sienten tan unidos. Ellos ven el dinero, fama y poder que dan esos cargos, pero es la gente la que debe recordarles la responsabilidad que entrañan. Un gran poder conlleva una gran responsabilidad, no es un frase que se reduzca al ámbito superheróico. El problema es que la propia gente ha olvidado su responsabilidad. La gente se ha vuelto tan cómoda en su posición delegando que ha olvidado sus obligaciones, sus deberes consigo misma y con la sociedad. Ahora se encuentra dirigida de una manera innoble y se queja, preguntandose cómo puede ser esto, sin abrir los ojos al camino que ha seguido para llegar a esta miserable situación, un camino de autocomplacencia, dejadez y cierta sumisión que la ha abocado al borde del precipio. Sólo cabe preguntarse si todavía sabe "desfacer el entuerto" o a hecho equilibrios cual funambulista en el filo de la navaja durante más tiempo del que pueda reparar. Ya sé que yo siempre digo que hay solución, pero en esta ocasión no es fácil, hablo de cambiar muchas cosas, porque a día de hoy los detentables son malos, pero los que se eligen para sustituirlos, en un arrebato de justa indignación ante el atropello social, son peores todavía. Y eso pasa porque la gente sigue sin razonar fríamente las cosas, lo que busca es alguien en quien delegar para volver a su estado de sopor intelectual sin haber hecho demasiado esfuerzo y cualquier cosa que no sea bien pensada previamente, más en el campo de la gobernanza, tiene muchos visos de salir terriblemente mal.

La improvisación puede tener buenos resultados a corto plazo, pero a la larga siempre es un mal modo de actuación ¿No crees, querido lector? ¿Tú también quieres delegar rápidamente el poder para poder pasar a "cosas más importantes"? ¿Qué harías tú si tuvieras la oportunidad de darle dicho poder a alguien, qué le dirías y, sobre todo, qué le exigirías? Cuéntanlo, pero, antes y crucial ¡Reflexiónalo!

Nos vemos en nuestro rincón, sólo sigue el sendero boscoso.


Todos somos hombres, por naturaleza frágiles y capaces de nuestra carne. Pocos son ángeles. - William Shakespeare



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