viernes, 5 de mayo de 2017

Lágrimas desordenadas


Las lágrimas son palabras que necesitan llorar.- Paulo Coelho


Quizá en otros lugares hayan felicitado la navidad, la Semana Santa, la Fería de Abril o algo, pero creo que mis lectores (espero) estarán cansados o sencillamente no les apetezca una más de este tipo de cosas, las típicas entradas de relleno hechas para cubrir el hueco de ideas (o ganas de escribirlas) que suele haber en este tipo de épocas del año (vacaciones, vaya). Sea o no así, yo SÍ lo pienso por lo que, como este es un blog de autor (eufemismo para decir que hago lo que me da la gana en él. Es lo que tiene rendirle cuentas a uno mismo, cierta libertad), voy a ir directamente a lo que me interesa, una de mis reflexiones poco profundas pero muy largas (¿Te gusta conducir, digo escribir?) que nada tienen que ver con el espíritu navideño ni santo, ni... ni nada.
De hecho esta es una entrada de las más extrañas que escribiré, ya lo aviso. Es un pensamiento que me ya ido dando vueltas a la cabeza durante un tiempo pero que nunca he verbalizado: Esas ocasiones en las que se empieza a llorar sin motivo aparente, sin que una situación especialmente dramática o alegre afecte al ánimo, o haya voluta de humo, ráfaga de viento o cualquiera de las condiciones que explicarían este suceso, presentes. En esos casos ¿Nadie se ha preguntado nunca que sucede entonces para provocar estas gotitas saladas? Sinceramente, quizá yo tampoco le prestará mucha atención al principio, pero más tarde me dí cuenta de la rareza de estas pequeñas, de su excepcionalidad.
Quizá no duelan tanto como las habituales, pero debe notarse que tampoco se dan si nos sentimos bien, si no nos sentimos, en alguna parte de nuestro interior, agitados, inquietos o sencillamente tristes. No se dan si algún rincón de nuestra alma algo no está desgarrado, incluso aunque no lo hayamos sentido. Algo está roto, está mal y esas lágrimas son la manera en que nuestro interior nos lo hace saber. Cuando el corazón ya no aguanta más el dolor se desahoga incluso aunque la mente consciente no se haya dado cuenta de ese pesar y la única forma de expresarlo para nuestro lado emocional es con la clásica (aunque no siempre ligada a ello) representación del duelo, con ese idioma universal, único que entiende un lado tan profundo, como es la simbología. El problema es que nuestra mente no entiende a veces ese lenguaje y el duelo sigue ahí, sin que sepamos siquiera que está, ahogado por la tormenta de estimulos que nos arroja el día a día desde que abrimos los ojos. No lo vuelvas a ignorar, querido lector, puede que estés ignorando algo más importante que ese quehacer tan vital e ineludible, y luego lo lamentes, creemé si valoras en algo mi palabra...
¿Sabes? A veces me gustaría poder hablar con mi subconsciente y preguntarle qué sabe que a mi limitada parte consciente se le escapa hasta desconocer casi completamente. Ese conocimiento de porqué siento felicidad o tristeza y no entiendo ni el motivo, sólo puedo sentirlo y adivinar que tras él hay un motivo por la regla causa-efecto, mas sólo alcanzo a conjeturar cual es esa causa oculta.
Me gustaría que el subconsciente humano tuviera una voz, una tan alta y clara como la de la conciencia, pues su importacia es semejante a la de nuestra guía y ella sí posee presencia (¿Quizá Dios no tuviera en cuenta que si nos hacía tan sensibles necesitabamos una mejor comprensión de dicha sensibilidad? Tal vez creyó que daríamos mejor uso a nuestra inteligencia, que no tardasemos más dos mil años en siquiera dar forma al termino inteligencia emocional. Lo siento, Creador, pero tus ovejas tienen unas inclinaciones menos... constructivas). Ójala pudieramos oír su eco, para que expresara con palabras lo que nuestro cuerpo grita con sensaciones. Y es que sinceramente, no creo el cerebro haya desconectado del corazón, únicamente la parte que decimos racional, la parte que tanto orgullo genera siendo la menos inteligente, la que menos conoce y comprende.
Y ahora ¿Cómo se recupera? Si quisiera recuperarla ¿Qué debo hacer? ¿Lo sabes tú, mi sentido lector? Si al menos supiera cómo hablarle a mi interior para que este respondiese, aujque fuese en ocasiones, no mantener un diálogo constante, porque no todas las oraciones sin respueta son respuestas en sí, creo que a veces nuestros anhelos simplemente no llegan a su destino, no llegan ni a ese rincón profundo de nuestro ser ni a, si es que existe, la Entidad que guarde la estrellas, y se pierden. Esa pérdida debe ser muchas veces la causa de nuestro lamento, que el subconsciente conoce cuando el deseo se ha perdido por el camino, cuando la comunicación ha fallado y nos hemos quedado sólos, alejados... hasta de nosotros mismos.
Vaya, que texto tan largo para decir esa frase de Amaral: Necesito a alguien que comprenda que estoy sólo en medio de un montón de gente ¿Qué puedo hacer?. Y ni siquiera encuentro ese algo que la literatura cuenta como la parte que nos hace especiales, la parte que nos hace resistir en medio de la tormenta por fuerte que sople, por aislados que estemos, porque hay tanto ruido a mi alrededor, en mi, que no alcanzo ni a oír eso, que es, sino lo único, lo más importante. Noto mi corazón latiendo bajo el pecho, pero olvidé porqué lo hacía ¿Eso aún cuenta como vivir, o sólo es el ruido que presagia la derrota final, la derrota del alma cansada de sobrevivir cuando quiere vivir (y ambas palabras, pese compartir la plabra "vivir", no se parecen en nada)? No lo sé, sin embargo, al menos ya sé que algo se está rompiendo dentro de mi y que, por mucho que crea y me repita: Puedo con todo, esto no me afecta... ya me afectó.
Toma nota de mi reflexión, que mi tropiezo te sirva de lección. No dejes que sea demasiado tarde, mi estimado lector, no dejes que la situación te desgarre ese pedacito de ti que la sociedad desprecia como débil: tu Gracia, tu sentido de ser, ese algo por lo que luchar, por lo que seguir despertandose un mañana más. Siempre una vez más, por muchas veces que caigamos.


Cada lágrima enseña a los mortales una verdad.- Platón

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