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La confianza es como un espejo, una vez roto se puede arreglar pero se ven la grietas.- Lady Gaga |
Esta es la continuación de la anterior
entrada "Lágrimas desordenadas", la reflexión natural que (me)
surge al comprender el vacío en el alma.
Sinceramente, no es que me apetezca
escribir mucho en este momento, pero quizá sea bueno, precisamente ahora,
escribirlo, porque nunca mejor para contar algo que en el momento que sucede,
¿verdad? Así puedo describir que me pasa por la cabeza.
O que no me pasa, porque lo único que
siento es esa molesta y pesada desazón que todo el mundo conoce de épocas
peores. Por mi cabeza se pasean mil y una cosas, ninguna se queda, todas
escapan, ahuyentadas por el vacío que encuentran en algún lugar detrás de mi
estómago, justo en el centro de mi cuerpo, el centro de gravedad humano que
llaman, justo dónde debería estar mi alma.
Y es curioso, porque parece que todas
esas frases hechas sobre la identificación de ese ánima con el ser, con la
personalidad, parece cobrar ahora todo el sentido que antes me parecía nulo o
teatral en el mejor de los casos.
De hecho, puedo decir qué sucede:
Sucede que al final del camino lo que encuentras es un desconocido. Miras al
espejo y no te reconoces, ves un extraño devolviendote la mirada en el lugar
dónde antes estabas tú y no sabes en qué momento te secuestró.
Aunque, a fuerza de ser franco con uno
mismo, recuerdas esa decisión que marcó, no un hito decisivo, pero si que
suponía la primera piedra del castillo en que las circunstancias te han
recluido y no es la única, no. Una telaraña de infortunios, mala suerte,
errores de juicio... ninguno tan grave como para ser escandaloso, por lo menos
no lo suficiente como para darte cuenta que las paredes han ido aumentando su
tamaño a tu alrededor, pero que entre todas te han traído hasta aquí.
Pero sería injusto cargarle toda la
responsabilidad a la "vida", eso es un concepto, puede que abarque el
conjunto de sucesos que llamamos existencia, pero hay que reconocer que, aún
siendo el arquitecto, no es también el constructor, al menos no el único, tú
mismo eres aparejador de esto y te guste o no, ese que te devuelve la mirada es
parte de ti, una parte que has creado sin saberlo, pero que ahora está ahí,
reemplazandote.
¿Sabes lo peor? Nadie se ha dado
cuenta ¿¡¿Cómo van a hacerlo si ni tú mismo te has dado cuenta?!? Y eso es
aterrador, porque significa que por dejarlo pasar, por perdonarte los fallos,
has interiorizado ese comportamiento que no es tu comportamiento ¡Tú no eras
así! No actuabas así, pero ahora si y eso es... mucho más que inquietante,
inquietante es que la gente pueda pensar que eres así, pero que tú actúes de
este modo es espantoso. Y todo es culpa de la autocomplacencia con que te has
lavado la conciencia.
Seguramente, si aún te quedan lágrimas
y eres capaz de ello (cuando te recuperes de la sorpresa), llorarás
amargamente, pero no servirá más que clamar al cielo por tu ceguera o implorar
al vidrio como si fuera el espejito mágico. No hay vuelta atrás, nada ni nadie
te devolverá el tiempo (y todo lo demás, todas las bifurcaciones que podía
haber tomado tu vida, todo lo bueno que perdiste, toda la alegría... la
felicidad, en definitiva), no vendrá ningún ángel de las navidades pasadas a
girar las agujas del reloj y ya puedes pasar todas las noches que quieras
fantaseando los caminos alternativos que tomarías si volvieras a nacer, que
esto no es el día de la marmota y no habrá "respawn".
Si, ya. Claro que todos querríamos ser
Nicolas Cage y ver el futuro antes que suceda, e incluso él tan sólo alcanza a
ver 2 minutos, horas en el mejor caso. Pero hay una diferencia abismal entre
deseo y realidad para cualquier mortal, por lo que lo único que te queda es (y
eso si tienes suerte y no has liado, por no decir algo peor y más soez, tanto
las cosas que ya no tengan ni arreglo) seguir llorando (de la forma que sea,
autodestructiva o no) o decir basta. Darte cuenta que estabas encaminado a algo
y te encuentras a la deriva a años luz del rumbo esperado.
No voy a ser tan hipócrita de decir
que todo tiene arreglo, no es verdad, hay veces que has escarbado tanto el pozo
que ya no hay ni luz para ver por dónde salir y, si sigues brazeando, lo más
probable es que te entierres aún más. Por lo que debes tener suerte y ser capaz
de ver la luz, ahí, muy arriba, la salida al final del túnel del terror en que
te has (y/o te han, lo cual es todavía más terrible) metido. Si no, si ya ni
ves la luz, pide ayuda.
Si, una lectora, una amiga del bosque,
me ha pedido que haga algo positivo con este par de entradas tan negativas y
creo que tiene razón, no aporto nada bueno si no doy una solución, una
esperanza para el que está al otro lado de la pantalla, pero no un mero 'no
hagas lo que yo, aprende la lección' (también un aporte, mas quizá se antoje en
este caso corto) sino algo más. Y esto es lo que puedo decir:
Se debe entender que se ha tocado
fondo, que se puede abrir un nuevo agujero a ese fondo, pero eso no ayudará a
salir porque si se intenta salir por el otro lado de la Tierra, hay que
recordar que uno se quemaría al llegar al núcleo. No, la verdadera salida está
en gritar, en gritar como nunca se ha gritado pidiendo ayuda, una cuerda con la
que asirse y escalar por fin esos muros que han arrancado la luz del sol. No
hay ninguna vergüenza en pedir auxilio, en reconocer las limitaciones propias y
entender que para llegar al destino que se ha perdido se necesita una mano amiga.
Tal vez, en el peor de los casos, no haya nadie, absolutamente nadie en ese
alrededor, ni un amigo o un familiar, ni siquiera un conocido, que pueda ser
ese apoyo, eso es infernal, pero aún así hay salida, hay ayudas sociales... sin
embargo, ni siquiera toda la ayuda del mundo servirá si no se reconoce
previamente que se está en un lío del que no se puede salir, y ese es el primer
paso, no el único, pero quizá sí el más difícil, pues implica asumir los
errores y, más importante, la culpa. También es importante dejar que la ayuda
haga su trabajo o nada podrá hacer si se le impide o boicotea su trabajo, en el
mejor de lo casos hacer de un incómodo Pepito Grillo, en el peor... Dios sabe
(y no quiero ni imaginar las disyuntivas posibles), sea como sea, en el algún
momento hará algo que no agrade, pero será necesario y se deberá entender si se
quiere cambiar.
Puede que esto parezca sacado de algún
manual para adictos, y tiene todo el sentido, el principal problema de un
adicto no es la muerte o las enfermedades que su adicción le pueda acarrear,
no. El principal problema, y por lo que esto suena tan parecido, es la
destrucción de su vida, de sus oportunidades (ese rumbo del que hablaba antes)
a manos de su vicio. La diferencia radica en que, en el caso que cuento, no es
la causa de la desgracia, sólo (si es que sucede, pues no todo el mundo cae en
alguna adicción al ver como su mundo se derrumba) un efecto más que suma al
computo global del desastre.
Así que, créeme, querido lector, si
ves (ojala, sinceramente que no sea así) que tu vida se ha venido abajo, es hora
de que te detengas y reflexiones si quieres seguir en esa espiral negativa en
que te has metido o si, por contra, ya no quieres llorar más. Es hora de que
pases a la acción, porque nadie va a venir a sacarte si primero tú no cambias
la dinámica. Cada uno tendrá sus problemas y le parecerán en un primer momento
insuperables, pero nada más lejos de la realidad.
No obstante, no puedo dejar las cosas
tampoco así. Como he dicho antes, no te voy a mentir, esto te va a sonar duro,
lo es, pero es la realidad, y la realidad siempre es dura para todos (hasta la
persona que mejor creas que le va en la vida tiene momentos difíciles): Cabe la
posibilidad (es lo probable, de hecho) que ya nunca vayas a ser eso que querías,
que ya no llegues dónde soñaste o donde al menos esperabas llegar, pero siempre
es mejor, sin duda alguna, reconocerte en el espejo, aunque no sea lo deseado,
que ver ese extraño que hay en ti.
¿Porqué no cuentas cuál es tu experiencia si es que has tenido el infortunio de tenerla? Seguro que sirve al resto de habitantes del bosque y aporta una perspectiva diferente.
Ánimo, nos vemos en el bosque.
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El hombre nunca hizo un material tan resistente como el espíritu humano.-Bernard Williams |
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