Si no estás conmigo, eres mi enemigo. Anakin Skywalker Sólo un Sith es tan extremista. - Obi-Wan Kenobi |
Estoy (estamos, no sólo yo, también tú,
querido lector) otra vez en este rinconcito de pensamiento y por más
que buscara un tema sencillo y digerible, de esos con los que no cabe mucho
conflicto. Por más que trataba de encajar las palabras correctas había
algo que no dejaba de darme vueltas en ese espacio que se abre entre la
consciencia, la mente racional, y el limbo inconmensurable del subconsciente.
No conseguía sacarme de la cabeza la enésima
exaltación de la más rabiosa juventud que hacía
la sociedad de nuestros días. Como si la juventud por si misma
significara algo, tuviera un valor más allá del que queramos darle respecto a
vitalidad o energía.
No obstante, si se es joven en esta época que nos
ha tocado vivir se está de enhorabuena. Por la feliz casualidad
de haber nacido hace poco tiempo el Estado los cuidará y mimará
(por lo menos en teoría), las empresas buscarán
su atención y su apoyo, y la sociedad los admirará como modernos
Apolo. Hasta su opinión valdrá más por el mero hecho de que pueda
gritarla más fuerte de los que ya no gozan de la flor de la vida.
Literalmente.
Como son (o eres, si es que estás en esta
categoría) unos “milenial” (término acuñado para designar una generación
cuyo rasgo distintivo es nacer en el cambio de milenio, o sea sobrevivir al
Efecto 2.000 tan apocalíptico como el Fin del Mundo Maya) son
capaces de manejar (o se les presupone) las (a veces malhalladas) Redes Sociales y su
capacidad de influencia, por lo que, digan lo que digan, su juicio tendrá
más
peso que el del resto del mundo.
Sin importar lo meditado y (/o) acertado del mismo, sus
comentarios cruzarán fronteras, atravesarán
colectivos de muy diversa índole y seguirán extendiéndose,
normalmente como fuego sobre un campo seco, provocando incendios a la velocidad
de la luz.
Lo que piense uno será base para toda una corriente más
fuerte que ninguna marina a cuyo paso sólo quedan dos opciones: Alianza u
oposición. Sin términos medios.
Lejos de fomentar el pensamiento propio e independiente,
como empezamos el milenio, se
fomenta el borregüismo más abyecto (pues al final sí que va a ser catastrófico
el Efecto 2.000, sólo que las maquinas que jodió
no fueron las que pensamos sino las pensantes, valga el juego de palabras).
Entiendo que las empresas potencien este fenómeno,
en el fondo eso les da, contrariamente a lo que venden (léase con voz cursi “No, las
empresas lo tienen más difícil que nunca porque si hacen algo
medio mal siempre va a haber alguien que les va a incendiar el foro de turno y
blah, blah, blah, blah...”), un ahorro en marketing pues ahora no
hay que tratar de convencer a una mayoría, no. Sólo hay que convencer a los individuos
adecuados para que ellos, por sí solitos, convenzan a la mayoría
que los sigue ciegamente, cual clérigos contemporáneos. Profetas
de Red, como me gusta llamarlos.
Estos amos del “mass media” influyen incluso a gente que no los
sigue directamente, pues su capacidad de manipulación trasciende y
con mucho al círculo de oyentes que tiene, dado que estos correrán
a comentarlo con otros y esos otros con los siguientes y así
sucesivamente hasta que una persona que no sepa ni quién es dicho
Profeta se vea, inconscientemente, afectado por esas palabras que dijo fulanito
y que él las oyó de no sé quién, en la escuela, la biblioteca o no sé
dónde,
y pensó en ellas para crearse una opinión, como casi siempre y esto es lo
desafortunado del asunto, a favor o en contra. No suelen caber más
opciones.
Y fíjate que en este caso no creo que lo
hagan a mal, es decir, no creo que esa manipulación sea malintencionada (habrá
casos que sí, como en todo, pero no pienso que sea el caso de la mayoría).
Simplemente, son personas que han nacido pudiendo decir lo primero que se les
pasa por la cabeza y lo hacen. Como lo hacía su padre y el padre de su padre. La
diferencia estriba en que no se lo dicen al vecino del quinto en un bar,
comprando el bocadillo de media mañana, sino con el conocido del otro lado
del mundo, los cuales son “amigos” porque la foto de uno le pareció
“chula”
al otro y se lo dijo mientras le pedía “amistad”.
Las corrientes de pensamiento eran, hasta la llegada de este
fenómeno del intercambio de opinión a través de los medios sociales, localizados,
para bien o para mal y pocas veces, salvo en ocasiones muy específicas,
se propagaban cuál pandemia como hoy día se extiende cualquier cosa,
cualquiera. Sólo hace falta saber moverla (Me vas a permitir que haga un
alto en la reflexión para aplaudir a estos en su mayoría
jóvenes
por su destreza, eso sí hay que reconocerlo, que lo cortés
no quita lo valiente).
Eso era positivo pues, como una criatura viva, mientras iba
creciendo iba desarrollándose y puliendo aristas y defectos
propios. Ahora, crece, si, y de hecho mucho más rápido que antes, pero es un crecimiento
antinatural y descontrolado. Apenas permite su perfeccionamiento o su mejora, sólo
aumenta su apoyo y su radicalismo. Cuanto más grande, más dicotómico.
Al final, llegamos a un punto en que mentes poco dadas a la
reflexión mesurada y concienzuda, como las "criaturas" que alumbran,
esparcen su idea por todo el globo, consiguiendo que su pensamiento, su
criatura pero no creación propia, fuese cual fuese, termine
siendo el imperante por la pura fuerza de la sugestión inducida
mediante el dominio, no tanto de la palabra, como harían los
demagogos, sino más bien de su capacidad de difusión.
Y aunque entiendo el sentimiento de poder, la sensación
de importancia que da tener a gente esperando, aún sin que estas lo reconozcan (tal vez
ni lo sepan), precisamente por ese poder, esa superioridad para transmitir
mensajes que luego se convierten en ideología contemporánea, deberían
tener conciencia de la responsabilidad que conlleva.
Un Profeta de Red puede llegar a ser, salvando distancias,
un filósofo moderno y eso es una de las mayores responsabilidades que
puedo imaginar, por ello no pueden soltar lo primero que piensen sin detenerse
a simplemente darle una vuelta en la cabeza antes de lanzarlo a las ondas. No deben, al menos.
Del mismo modo, los receptores, esas personas a las que les
llegan los mensajes, tampoco deberían cogerlo sin más e
incorporarlo a su estructura mental pues, tal vez, por muy bien que caiga el
emisor del mensaje, por mucha admiración que se le tenga haya dicho una sinrazón,
por mucho sentido que parezca tener en un primer vistazo. En ellos también
está el peso de la responsabilidad ¿He escrito "ellos"? Me
equivoco, es nosotros, en nosotros
también recae el peso de la responsabilidad, pues ¿Acaso
alguien se salva de la manipulación, de la admiración... de la
pereza (¿Qué tanto haya que cueste más
que pensar reflexivamente?) para generar un pensamiento independiente? Yo, no.
Y por eso escribo esta entrada, para alertar sobre este
vicio adquirido por la facilidad cada vez mayor que el progreso cultural nos
brinda y que no terminamos de saber manejar. No olvidemos nunca que el Futuro
nos aguarda para juzgarnos y no será benévolo del mismo modo que el Presente no
lo ha sido con el Pasado. Cuando estudien nuestra filosofía,
nuestro modo de vida, nuestra cultura ¿Qué conclusiones sacarán? ¿Que
eramos ovejas guiadas por pastores elevados de nuestras propias filas? Antaño
sacerdotes, hoy simples community manager (o blogueros como el que esto
suscribe, o trolls, o...), pero ambos (todos) con una ventaja común:
una masa social más proclive a la aclamación que a la reflexión
de aquello que apoyan.
No me creas ¡Piénsalo! De eso trata este blog, de que tú,
TU, pienses por ti mismo, de que tú reflexiones y saques tus propias
conclusiones.
Mientras tanto, sigue el sendero del pensamiento ¡Nos
vemos en el bosque!
Un gran Poder conlleva una gran Responsabilidad. - Benjamin Parker |